La importancia de la educación de los hijos en los tres primeros años de vida

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¿Te has puesto a pensar en el impacto social que tiene la educación que le proporcionan a los hijos en el hogar?

¿Qué pasaría si el hogar cumpliese la función primordial para el cual fue formado?

¿Qué tipo de sociedad tendríamos si los padres cumpliesen con la responsabilidad que les corresponde con respecto a la formación de los hijos?

Nuestros hijos son el tesoro más valioso que Dios y la vida nos ha permitido tener y disfrutar de ellos debería ser prioritario en la vida de los padres.

Como dice Kari St. Clair (fisioterapeuta)

“Sus hijos son un regalo de Dios. Los regalos son para que los aprecie y disfrute. Goce de sus hijos. No se pierda la bendición que Dios quiere darle. El dicho de que éstos años pasarán antes de que se dé cuenta es cierto”. 

Los niños como todo ser humano, se desarrollan de una manera asombrosa, desde el punto de vista físico, mental, emocional y espiritual. Y cada área de su vida debe ser atendida para que puedan obtener un desarrollo integral.

Es necesario conocer cuales son las características del desarrollo en sus diferentes áreas para poderlas atender adecuadamente:

En el aspecto físico

su actividad principal es el juego, ya  que a través de él desarrollan habilidades sociales y de relación, en esta etapa los niños adelgazan porque van creciendo, la grasa de su cuerpo se va convirtiendo en músculo, desaparece el vientre prominente, adelgaza el rostro, se alargan las extremidades.

Las dimensiones de la cabeza se hacen más proporcionales con respecto al resto del cuerpo. El desarrollo de las habilidades motoras es gracias a la maduración cerebral(motivación y práctica).

Todos los juegos y actividades que se realizan en este periodo van acompañados a un importante movimiento físico. La dramatización y prácticas sensoriomotoras son sus juegos favoritos.

En el aspecto mental/cognitivo

Existe una relevante maduración cerebral, se manifiesta la proliferación de neuronas(aumenta el crecimiento de encéfalo y se produce la mielinización), por esta razón el niño puede actuar de forma reflexiva y no por impulso.

El desarrollo mental o cognitivo de esta edad se llama: Pre-operacional y conlleva diferentes cambios, como por ejemplo: se esfuerza por ordenar las cosas(poco a poco logra los resultados), le gusta ayudar en las tareas domésticas, en cuanto a autonomía, necesita la supervisión de un adulto, por ejemplo al bañarse, cepillar sus dientes, etc.

Aprenden por el modelaje (copian lo que ven) de personas significativas.

Emocionales

En cuanto al desarrollo emocional, generalmente lo logra a través de los juegos, las habilidades motoras que a su vez al utilizarlas se van fortaleciendo. Es la etapa donde crea compañeros de juegos imaginarios que los suma a sus compañeros reales, desarrollando de esta manera la imaginación.

Comprende la necesidad de compartir juguetes, también se presenta la búsqueda de protagonismo(saltando las normas e indicaciones del adulto).

Empieza a adquirir una adecuada regulación emocional, mayor tolerancia a la frustración, esto porque comienza a conocer la diferencia entre pasado y presente y va tolerando la necesidad de posponer deseos.

Según la escritora Elena G. De White, menciona que, “la educación, es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales”.

Ese hermoso trabajo con los hijos, es el maravilloso honor que les toca a los padres realizar, ¡qué gran privilegio!

Los padres son los primeros maestros de quienes los niños aprenderán las primeras lecciones, esta responsabilidad implica el moldear su carácter.

Por tal razón es el hogar como un laboratorio de valores, es ahí donde se le enseñará al pequeño en formación; el amor, el respeto, la reverencia, la cortesía, la obediencia, la paciencia, la consideración, el dominio propio etc, los niños bien educados con este gran cúmulo de valores llegarán a ser hombres y mujeres a quienes la sociedad los requerirá para grandes empresas, es justamente lo que el mundo actual está necesitando. 

La obediencia y el respeto han de inculcarse en la infancia y cultivarse en la juventud. 

Es entonces el objetivo principal de los padres, asegurar para sus hijos un carácter bien equilibrado, que sepan llamar a las cosas por su nombre y mantener sus principios ante cualquier circunstancias.

Sin duda alguna la obra de los padres precede a la de los maestros.

El niño en su tierna infancia ha de aprender a obedecer aun antes de razonar, el futuro bienestar del niño requiere una disciplina bondadosa, amante pero firme.

“Pero si se permite que el egoísmo, la ira y la obstinación se posesionen del niño durante los primeros años de su vida, resultará muy difícil someterlo a una disciplina conveniente”. Elena G. White, Conducción del niño, pág. 228).

Se considera la obediencia como el fundamento del carácter.

Sin embargo está de más sugerir que los requerimientos de los padres deben ser razonables; deben expresar bondad, no por negligencia insensata, sino por una sabia dirección.

Cuando los padres, los hermanos y maestros se unen como una fuerza educadora, no tendremos duda que los infantes tendrán un gran equipo que los contendrá en cualquier momento de su formación. 

Hijos sanos física, mental y emocionalmente

Si quiere tener hijos sanos física, mental y emocionalmente, que tengan desarrollada su inteligencia emocional y a la postre sean jóvenes y adultos que se logran interrelacionar saludablemente con sus congéneres, que respeten a las autoridades escolares, laborales, judiciales y a la autoridad divina, que sean jóvenes decididos, con objetivos y metas definidas, que a pesar de los obstáculos se sientan motivados a continuar luchando hasta alcanzar sus sueños; entonces  no arruine la formación de su carácter, y esto se logra a través de las siguientes formas:

  • Por la falta de sujeción (restricción y orientación, por permitir que sus hijos sigan su propia voluntad caprichosa, por tolerar actitudes equivocadas(esperando que el mundo los tolere). 
  • Por pasar por alto sus errores, por mimar y complacer sin control a sus hijos, por no requerir obediencia de parte de ellos, por la falta de piedad, por hacerse esclavos de los gustos y caprichos de sus hijos, por sembrar semillas de vanidad, por educarlos como adictos a las normas sociales e incluso por permitirles la búsqueda egoísta de la felicidad, por la indulgencia o la autoridad férrea, por la negligencia al posponer la educación y formación de sus hijos para cuando sean más grandes. 

Es necesario instruir pacientemente a los niños, que los padres corrijan sin ira y con voz baja; el nerviosismo de los padres no es excusa para la impaciencia, dé pocas órdenes, luego pida obediencia.

Con todas estas acciones los padres pueden sembrar las semillas de la ruina en la vida de sus hijos que sin duda alguna, bien encausados podrían alcanzar grandes metas. 

Por tal razón los padres y madres tienen en sus manos la felicidad futura de sus hijos, haga que sea una realidad, ellos se lo merecen.

“Educamos al niño correctamente sólo si nos damos cuenta que durante el periodo de los primeros siete años, esto es, hasta que cambie los dientes, el niño vive por imitación, y que solo gradualmente desarrollará imaginación y la memoria también como primera ciencia de lo que los adultos dicen” Rahima Baldwin Dany (educador de padres).

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